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El magnífico día colaboró a que la Plaza Artigas -ubicada en frente al liceo- se convirtiera en un espacio de encuentro entre los chicos durante el corte del mediodía. Allí, los chicos se integraron e hicieron música, bailaron, conversaron y, en fin, la pasaron bárbaro.
Otro espacio preferido para pasar este rato fue el antiguo trencito de Francisco Piria, protagonista silencioso de la jornada.